Madureces

Miro al techo y te imagino, desnuda, esperándome...
Aclaro la garganta, me incorporo. Salgo al balcón, reviso la calle. Todo normal, nadie pasea.
Un par de niños juegan a pelota mientras imaginan como será su futuro. Inocentes.
Cuando era todavía niño a los ojos de los demás, nada entorpecía mi idea del camino, nada. El futuro se me antojaba lejano, pero facilmente predecible y placentero.
Supongo que empezé a madurar cuando descubrí lo equivocado que estaba, la cantidad de cruces de caminos que había que traspasar, los agujeros que había que esquivar, las direcciones que había que tomar y las decisiones dificiles y excluyentes que tendría que afrontar.

Por que se trata de eso, de abandonar la inocencia y asumir la ignorancia, la insuficiencia, la diminutez frente al immenso universo que es el mundo en el que nos encontramos, en el que nacimos y en el que moriremos.
Obstáculos, vacíos, abismos... ayudado, eso sí, por amigos, familia, y buenas almas con las que nos cruzamos.
Intento ser una de ellas, un buen espiritu que camina por el mundo sin más pretensiones que hacer felices a los demás mientras no sea a cambio de no serlo yo.
Rudo camino, dificiles decisiones, enormes colinas que hay que subir.