Dejando atrás el mundo

-Cogete de mis manos. Hoy te llevaré a un sitio...especial.

Con los ojos cerrados, temiendo lo que le esperaba, pero confiando totalmente en ella, le dió la mano y empezaron a moverse.

Surcaron mares, rodearon montañas y sintieron en la cara el roce de las nubes.

-Cuando estés listo, abre los ojos y te mostraré el mundo que no quieres abandonar. Cuando estés listo.

Entonces fue cuando la idea le pasó por la cabeza por primera vez. Se dió cuenta de que, no sólo ella no era quien el creía, si o que, además, ahora sabía por que su rostro le había parecido tan familiar.

Era la muerte, y venía para llevárselo.

Aterrado, cerró con fuerza los ojos, intentando despertar de lo que esperaba fuera un sueño.

Pero poco a poco se fué dando cuenta de que de nada servía asustarse, lamentarse o intentar escapar. Era su hora y nada podía hacer para cambiarlo.

Conforme asimilaba todo esto, sus ojos empezaron a abrirse, y los ojos de su acompañante le sonrieron, y se atrevió a mirar abajo descubriendo que el mundo, como todo lo que vale la pena, sólo se aprecia de verdad cuando se pierde.