Seres de la oscuridad, formados por luz y escondidos en las sombras

Muchas mañanas, al despertarme, dibujaba con la imaginación figuras que se aparecían entre la luz que se filtraba por las persianas. Muchas de esas figuras adquirían vida propia, sugiriendome su existencia en mi mundo con auténticas demostraciones de vida.


Supongo que muchos han hecho lo mismo a lo largo de la historia, pero lejos de creerme original, si intuyo que mi sugestión supera con creces la de la mayoría.
Mientras las miraba, existían realmente.

Una y otra vez cerraba los ojos, y se difuminaban. Y se creaban nuevas y diferentes.

Me atormenta pensar en que les quitaba la existencia al dejar de mirarlas.

Susurraba canciones, entonaba melodías con el paladar al respirar. Y la magia hacía que el mundo surgiera de las sombras de nuevo.
Si ejecutaba con éxito la secuencia de creación, nada saldría mal y podría salir a la calle tranquilo, sabiendo que todo existiría según lo previsto.

Me gusta pensar todavía que aquellos años me han servido de algo, pero solo obtengo nostalgia al recordarlos.

Algunas noches me descubro siguiendo con la vista las luces de las farolas que entran por mi ventana, buscando en vano seres que despierten mientras los miro, ajenos a que el mundo en el que nacen no existe en otro sitio mas que en la imaginación de quien cree en él.